Doña Justa y Doña Erika traslado un techo por una huerta.
Doña Justa es una mamá soltera de 3 hijos y este año ella es 1 de las 26 participantes en nuestro proyecto “SEGURIDAD Y SOBERANÍA ALIMENTARIA FAMILIAR EN EL ALTO, BOLIVIA.” con el apoyo de la Junta de Castilla-La Mancha y SED, ambas de España, para implementar un ecosistema familiar en su patio para una mejor nutrición de la familia.
Como Fundación, fomentamos alianzas entre las familias para construir los ecosistemas familiares. Como parte de esta alianza entre FCA y las familias, las familias son responsables de todo lo que es la construcción del invernadero, incluyendo los materiales y la mano de obra y FCA es responsable del techo, las ventanas, semillas, abono, turba, de las capacitaciones y formaciones.
Por lo general, las familias trabajan en familia para construir su huerta, que, muchas veces, incluye a los abuelos. Doña Justa no tenía el apoyo suficiente de su familia porque sus hijos mayores tienen que estudiar en la escuela. Ella tiene que generar sus ingresos para comprar los materiales para construir la huerta y el mismo tiempo tiene que mantener a su familia. Ni ella, ni sus hijos tienen conocimientos de construcción y muchas veces han pensado que no podrían participar en el proyecto. Sin embargo, sus amigos, vecinos y otras familias la animaron y no sólo le prometieron, sino que efectivamente la colaboraron en el proceso.
Un grupo de participantes, incluyendo Doña Justa, preparando una huerta
Con el apoyo de las otras familias, especialmente las que viven muy cerca y que la conocían anteriormente, Doña Justa he construido su huerta. A partir de esta experiencia, un grupo pequeño de familias han decidido ayudarse mutualmente y, desde entonces, trabajan siempre en grupo en la construcción y el techado de sus invernaderos. También Doña Justa colabora a las demás familias, especialmente con el revoque del ladrillo, movimiento de materiales y en todas maneras que puede.
Muchas veces cuando visitamos a la Doña Justa o cualquier familia de este grupo ellas están juntas trabajando, apoyándose y pasando el tiempo juntas. Se las encuentra construyendo las paredes, picoteando el suelo, alistando botellas o fijando el techo, todo con muchas sonrisas y risas.
Ellas están siempre predispuestas a colaborar también a otras familias. Este es el ayni andino, nacido por la necesidad de la colaborar y fecundado constantemente por todos y todas.
La emoción por tener acceso casi sin límites a verduras frescas y sin químicos para alimentar a su familia y compartir con sus vecinas y tener su pequeño oasis verde, en la gran mancha seca de la ciudad de El Alto, anima a Doña Justa a continuar aun cuando para ella sola el camino es pesado.
Mira este video para escuchar directamente de Doña Justa:
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